LA ENSEÑANZA

     Trabada tuvo la suerte de contar con un maestro estable al menos 20 años decisivos (de 1945 a 1965): D. José María Rodríguez Arias, “El Maestro”, natural de El Vidural.

Hacia 1950 el pueblo, con alguna ayuda, le construye la casa vivienda, justo al lado de la escuela.  Esto le facilitaba “tener la escuela abierta todo el día”.

A la escuela acudían los niños y niñas de los pueblos limítrofes: El Vidural, Argolellas, Murias, Valle y llanterío, además de los de Trabada. En momentos de mayor asistencia podíamos encontrarnos en torno a 50 alumnos.

Pero la escuela no sólo iba destinada a los niños y niñas en edad escolar, sino también a:

Los que se preparaban para el bachiller.

Los que querían aprender cuentas, ortografía y demás porque no habían tenido oportunidad de hacerlo antes y pensaban emigrar: Primero a América, después a Madrid u otra región de España,  después a Europa. En todos estos lugares hay o hubo personas bien situadas que procedían de la escuela de Trabada. Sus conocimientos, junto con el hábito adquirido del duro trabajo, facilitó que ningún emigrado de aquellos pueblos se viera privado de un importante bienestar material.

Los mayores asistían a “Escola de noite”, sobre todo en los tiempos de invierno, y allí aprendían a medir  fincas, a cubicar y a leer y escribir, cuentas y a mejorar conocimientos en general.

No sólo los vecinos de Trabada sino también los vecinos de los pueblos limítrofes.

Así pues, el maestro abría la escuela a las 9 de la mañana y la cerraba en torno a las 11 de la noche.

La escuela de Trabada era una micro-academia en la que se hacía de todo: se aprendía a leer, a escribir, a jugar, a defenderse, a pelearse, a sentir la necesidad de lavarse, a rezar, a cantar, hasta a hacer gimnasia, incluso algo de cocina y corte que daba la mujer del maestro, Paulita, a las niñas.

Pero no había horarios rígidos ni fechas rígidas para empezar a asistir o terminar la escuela. Todo dependía del trabajo y de la voluntad de los padres.

Podías estar en la escuela y de pronto llegaba tu madre: “Dame el neno que ten que ir a chamar as vacas que hoy llabramos p’al maíz”, o bien: “Hoy nun podes ir a’scola porque teis qu'ir cuas vacas p’al prau”, o bien, “hoy nun vayas a’scola porque teis que cuidar a tua bola, ou teis que teis qu’echar el cuito p’al rego que vamos a semar as patacas”…, y así sucesivamente.

Si ya crecías un poco y no había previsión de que emigraras o siguieras estudiando pronto te tenías que incorporar a las tareas agrícolas o ganaderas con lo que la escolarización había sido muy corta, pero de aquella escuela, en aquellos pueblos, no salió nadie analfabeto desde las fechas referidas.

No era lo normal en muchos pueblos de España de estas características.